“Si Nicaragua cumple con el promedio…la dispensa será otorgada” en julio

Antes de la media noche del 29 de julio próximo, el gobierno nicaragüense tendría que haber resuelto al menos 53 casos de propiedades confiscadas a ciudadanos estadounidenses en la década de 1980
Por Douglas Carcache
El exembajador Arturo Cruz Sequeira opina que si la administración de Daniel Ortega resuelve menos de 53 casos de propiedades en el último año, que ha sido su promedio anual, el tema del “waiver” se complicaría para Nicaragua debido a “la nueva correlación de fuerzas en el Congreso estadounidense”.
Se habla de dos “waivers” distintos. ¿Cuál es la diferencia y cuál tiene más importancia para el Departamento de Estado?
La dispensa de la propiedad se relaciona al tema de ciudadanos estadounidenses cuyas propiedades fueron confiscadas durante la década revolucionaria del siglo pasado por el gobierno del FSLN. Las especificaciones de las dispensas exigen que estos ciudadanos, la gran mayoría nicaragüenses que adquirieron la nacionalidad de Estados Unidos, sean compensados por el gobierno de Nicaragua por sus propiedades confiscadas, lo que ha llevado, año tras año, a que se resuelvan un sinnúmero de casos para obtener del Departamento de Estado la dispensa en cuestión. Esta dispensa es vital para Nicaragua, ya que en caso de no otorgarse, los representantes del Tesoro de Estados Unidos en los organismos de cooperación multilateral recibirían instrucciones de objetar los préstamos destinados para nuestro país. La dispensa de la transparencia del presupuesto es de reciente cuño y está dirigida a aquellos países cuyo manejo de fondos públicos no es “transparente”. En el caso nuestro se refiere a los flujos de la cooperación venezolana, y se limita, en caso de no ser otorgada, a suspender para el año fiscal en cuestión algunos de los programas de la cooperación bilateral de Estados Unidos. Es obvio que la primera dispensa es mucho más relevante que la segunda dispensa, con lo que no estoy menospreciando la importancia de la segunda.
¿Cuántos casos promedios debía cumplir Nicaragua en términos de la propiedad para gozar del “waiver”? ¿Cuáles casos pesaban más durante tu misión: los de los individuos o los de las instituciones del Estado?
Durante el gobierno del presidente Ortega se han resuelto un promedio de 53 casos por año, aunque para el ciclo del 2011 se resolvieron 62. Tengo la impresión de que si el gobierno de Nicaragua cumple con el promedio, o más, antes de la medianoche del 29 de julio, la dispensa será otorgada. En caso contrario, el tema se complicaría por la nueva correlación de fuerzas en el Congreso estadounidense, aunque para efectos prácticos, la decisión de otorgar la dispensa es potestad del Departamento de Estado. Independientemente de lo dicho, soy un convencido de que los diplomáticos de carrera y los nombramientos políticos del Departamento de Estado están deseosos de otorgar la dispensa de la propiedad, pero en esta ocasión, sin ningún espacio para ceder con el mínimo de casos requeridos. Mi experiencia con este tema, como Embajador de Nicaragua en Washington, fue condicionada por el caso del señor Senfeld, estadounidense nacido en Estados Unidos, cuyas inversiones en una textilera fueron confiscadas a principio de los años ochenta, y a lo largo de los gobiernos de doña Violeta (Chamorro), del doctor (Arnoldo) Alemán y del ingeniero (Enrique) Bolaños, sus reclamos no fueron apaciguados; y en la sociedad política norteamericana, independientemente de si eran demócratas o republicanos, todos abogaban por él. El caso del señor Senfeld adquirió una dimensión notable y es por eso que, cuando finalmente logramos resolverlo con la intervención directa del presidente Ortega, el gobierno de Nicaragua obtuvo por un buen tiempo la buena voluntad de los Estados Unidos en este tema. Debo decir que lo de la dispensa de la propiedad lleva muchos años como uno de los puntos principales en la agenda Estados Unidos-Nicaragua, y por dicha, los casos se han venido evacuando, pasando de casi 4 mil a menos de 400.
Cada año hay tensión por si EU aprueba o no los “waivers”. ¿Qué factores indican que esta vez Washington no lo hará?
Para empezar, ya la Secretaria de Estado, Hilary Clinton, directamente había expresado sus reservas con los mecanismos electorales de Nicaragua, y hace unos días, la embajadora Powers, explícitamente y en una ocasión pública advirtió de las dificultades de su aprobación, a lo que hay que sumarle una correlación de fuerzas distinta en el Congreso de Estados Unidos, en un momento de gran polarización, en la que un pequeño pero influyente grupo de legisladores estadounidenses le dan seguimiento a los detalles de nuestra política nacional y en comunicación permanente con los diplomáticos de carrera, así como con los nombramientos políticos del presidente Obama en el Departamento de Estado. El mensaje de la embajadora Powers es muy significativo, puesto que es su primer pronunciamiento después de más de nueve meses sin que el gobierno del presidente Obama tuviese un representante suyo ante el presidente Ortega, y después de un buen tiempo en el que el Buró Latinoamericano del Departamento de Estado estuvo huérfano de liderazgo.
Pero quiero volver a insistir, si se cumple al menos con el promedio de casos resueltos de los últimos años, ojalá que más, la dispensa de la propiedad será otorgada, ya que en el aparato de política exterior estadounidense no hay funcionario que crea que para golpear al gobierno del presidente Daniel Ortega hay que destruir a Nicaragua. Pero este no es el caso con la dispensa del presupuesto, con más voces en Estados Unidos a favor de no otorgarlo, por la modestia de los fondos solicitados en ayuda bilateral para Nicaragua durante el Año Fiscal 2012, un total de 13 millones de dólares, con el componente adicional, de que aunque no lo otorgasen, de guardarse la opción de desembolsar los programas que su diplomacia considere de vital importancia para sus intereses. Por lo tanto, si el gobierno de Estados Unidos, tal como lo hizo con los remanentes de la Cuenta del Milenio cuando las elecciones de 2008, quiere expresar su descontento con lo sucedido en las elecciones de 2011, este es el instrumento “perfecto” para hacerlo, ya que envía un mensaje al gobierno, sin consecuencias letales para Nicaragua. Debo decir que aún en lo de la dispensa del presupuesto, se pudiesen tomar medidas que hagan posible su otorgamiento, ya que esta dispensa tiene plazos más elásticos que la de la propiedad.
Parece que el sector privado nicaragüense está más preocupado por los “waivers” que el gobierno de Daniel Ortega. ¿Por qué?
Realmente no sé si es así, pero te puedo decir que la incidencia del sector privado en la conducta de la diplomacia estadounidense es menor a las posibles acciones de nuestro gobierno, cuya efectividad se le reconoce en los temas de seguridad ciudadana, combate a la droga, macroeconomía estable, flujos de inversión extranjera directa, programas con el FMI, programas que alivian la pobreza de nuestros conciudadanos y crecimiento económico modesto, pero crecimiento al fin de cuentas. Donde el gobierno nicaragüense tiene un “déficit de credibilidad” es en la cuestión electoral, llevando a muchos funcionarios en Estados Unidos a preguntarse calladamente sobre el por qué de las “irregularidades mayúsculas” de las elecciones presidenciales pasadas, cuando Daniel Ortega estaba en su mejor momento electoral de su vida política, convirtiendo lo que pudo haber sido una victoria estratégica en una derrota táctica, al menos en la percepción de los resultados en el extranjero.
¿Cuál es el peso real de EU en los directorios de los organismos multilaterales? ¿Puede realmente suspender un crédito con solo hacer una llamada telefónica?
Para aquellos que tenemos más de 50 años y crecimos escuchando sus comentarios en la radio y la televisión, los Estados Unidos ya no es el “Mr. Yankee” de don Julio Vivas Benard, todo poderoso, eficiente, que se percataba de cada pequeño movimiento que ocurría en la tierra. Pero aún sin tomar en cuenta sus considerables recursos militares, Estados Unidos todavía representa, dependiendo del método de medición, entre el 21 y el 25 por ciento del PIB mundial.