Conversatorio Elecciones Costa Rica

Tal como saben muy bien los que han tomado mi clase, a lo que yo me dedico es al estudio de la capacidad de los sistemas políticos (independientemente de su carácter esencial), de tomar decisiones difíciles, y a pesar de ellas, perdurar
¿A que me refiero como decisiones difíciles?
Todo aquello, a manera de ejemplo, relacionado con las cuestiones fiscales
No es fácil realizar ajustes en los gastos
(Recortar subsidios; eliminar exoneraciones; congelar salarios;
darles sustentabilidad financiera a las pensiones)
Y obviamente no es fácil Incrementar la carga tributaria
(Más impuestos a las ganancias, a los dividendos, a las transacciones financieras/divisas, a las propiedades, al patrimonio, a las herencias)
Y si bien es cierto los impuestos indirectos son menos engorrosos de cobrar, se les considera más regresivos
Cuando me refiero a la capacidad de los sistemas políticos de tomar decisiones difíciles, estoy pensando, sobre todo, en las democracias representativas, las cuales son propensas a acudir al crédito público en el afán de posponer decisiones difíciles, especialmente, en medio de ciclos electorales, los que, cuando son frecuentes y relativamente cortos, complican todavía más el manejo ordenado de las finanzas públicas
Y es un given, que, sin estabilidad macroeconómica, el crecimiento sostenido simple y sencillamente no es viable, y sin crecimiento económico sostenido, carecemos de lo básico para garantizar la suficiencia tributaria
Sobre esto último (lo del given) hay consenso entre los economistas, de tal manera, que si encerráramos en una sala del INCAE a los más destacados economistas de las diferentes universidades de Costa Rica, y les dijésemos, partan del supuesto que no tienen restricciones políticas, y procedan a elaborar un programa de mediano plazo que mejore los números fiscales del país, estoy seguro, de que lo pueden hacer en un periodo razonable
Lo que estoy queriendo enfatizar con lo dicho, es que en temas estrictamente de economic policy, es más fácil encontrar un punto de acuerdo.
Todo se complica, sin embargo, cuando introducimos las restricciones políticas, y pasamos, para usar una segunda expresión en inglés, to the politics of economic policy
Por lo general, las decisiones difíciles se toman solo cuando ya no hay alternativa, tal como fue el caso de la Costa Rica de principios de los años 80 en el siglo pasado, cuando el gasto público como proporción del producto se situó en 22%, con ingresos que no llegaban al 13%; y a la vez, entre 1977/1981, los términos de intercambio del país se deterioraron en 1/3, y durante el mismo periodo, el servicio de la deuda pública se cuadriplicaba.
En julio del 81, Costa Rica declaró una moratoria sobre los pagos de su deuda
Entre más tiempo se posponen las decisiones difíciles, los costos de los ajustes se acentúan, y los que más pierden en el proceso, son los menos organizados, es decir, los pobres
Entre más próspera, más desarrollada, más compleja la sociedad en cuestión, las decisiones se tornan más engorrosas, la pobreza deja de ser percibida por los miembros de la sociedad en cuestión como una condición absoluta, y se percibe más bien como relativa, como una condición en comparación con los ingresos de otros, lo cual resalta el tema de la desigualdad en la distribución del ingreso
Luego los reclamos de:
Más impuestos al quintil superior; Más transferencias al quintil inferior
En Costa Rica y Chile, entre los países más prósperos de América Latina, los reclamos se centran cada vez más en la desigualdad, y “resolver” la desigualdad vía un Estado más distributivo, fiscalmente hablando, es más caro que los programas para lidiar con la pobreza extrema
En los años ochenta, cuando el modelo económico y social de Costa Rica, basado en la hegemonía de la esfera pública, perdió su dinamismo, y el país se tuvo que reinventar a favor de un modelo económico y social que favoreciera la esfera de los privados, su gobierno gozó del subsidio geopolítico de los Estados Unidos, todavía involucrado en la última década de la Guerra Fría, y su sociedad económica aprovechó la Iniciativa de la Cuenca del Caribe, lo que le permitió transitar a una economía más compleja, sobre la base de nuevas exportaciones de manufacturas a los EE. UU.
Además, los préstamos de ajuste estructural por parte de los multilaterales, siempre reconocieron la necesidad de ajustes graduales, y fueron sensibles a las realidades de una sociedad democrática, con un sentido muy marcado de igualdad ciudadana y acostumbrada a un mínimo de consumo social garantizado por el Estado.
Producto de esto, a mediado de los años 80, el déficit fiscal de Costa Rica todavía rondaba 6% del PIB
Pero, a fin de cuentas, la gran fortaleza de Costa Rica estaba en su sistema político, una democracia representativa con incuestionable legitimidad social, con partidos anclas estables, capaz de resistir las consecuencias de la profunda recesión de 1982 sin que a nadie de relevancia se le ocurriese cuestionar las bondades esenciales de su sistema político
En la encuesta de Latino Barómetro 2015, cuando se les pregunto a los costarricenses sobre ¿si el país está progresando?, solamente 16% afirmó que sí, lo que significó en comparación al 2013, una caída del 32%, la caída más grande entre los 18 países que comprendió la encuesta.
Y cuando se les pregunto ¿para quién se gobierna?, solamente el 19% respondió “para el bien de todo el pueblo”, y ante la pregunta ¿cuán justa es la distribución de la riqueza?, apenas el 18% afirmó “muy justa”, “justa”, el mismo % de Honduras
En la encuesta de Latino Barómetro 2017, cuando se les pregunto de nuevo a los costarricenses ¿para quién se gobierna?, 79% respondió para “grupos poderosos en su propio beneficio”.
Y en la encuesta de Latino Barómetro del 2016, 46% de los costarricenses señaló estar “muy de acuerdo” “acuerdo”, cuando se afirmó “no me importa un gobierno no democrático si resuelve problemas”. Esta misma pregunta no se reformuló en el 2017
D. Easton, entre los grandes de las Ciencias Políticas, caracterizó la política como el proceso de distribuir “aquello” que es escaso entre los organizados, acotando que la escasez no es absoluta, sino más bien relativa, dependiendo de las expectativas de los miembros de las diferentes sociedades. Lo escaso en Costa Rica o en Chile, es abundante en Nicaragua o en Honduras
En Costa Rica, es cada vez más difícil repartir “aquello” que es escaso, ya que cuenta con ciudadanos, tal como lo señalé anteriormente, con un sentido muy marcado de la igualdad, cuyas expectativas de consumo corresponden a un PIB p/h c. 12 mil USD en el 2016, y con gran capacidad para agregarse en una multitud de grupos de presión, resultando en una altísima densidad de organizaciones, a las que hay que agregarles la comunidad de Face Book/redes sociales, con cerca del 60& de los costarricenses afirmando su afinidad con las mismas
La historia de los últimos 30 años en Costa Rica, en esencia, es la transformación de un modelo económico en que el Estado pasó de ejercer primacía en las Alturas Dominantes, a una economía en la que, si bien es cierto el Estado continúa ocupando espacios importantes en la producción y distribución de bienes y servicios, no es menos cierto que la iniciativa de los privados es ahora la dominante
Esta transformación a favor de una economía más liberal se dio en un contexto democrático ejemplar, y a pesar de los resultados exitosos de la misma, su costo fue significativo, ya que en el proceso sus grandes partidos políticos (Liberación/PUSC) perdieron gran parte de su legitimidad social, de tal manera que hoy, la sociedad política costarricense se ve devaluada, dispersa y con señales de polarización, sin voluntad/capacidad para decirle no a los reclamos de los mejores organizados
Esta incapacidad del sistema político costarricense de tomar decisiones difíciles se expresa en la insuficiencia tributaria de su gestión pública, anticipándose en el 2017, que solamente los salarios más las transferencias del gobierno central, equivalentes a 14,2% del producto, superen los ingresos tributarios (excluyendo los de la Caja) estimados en 13,6% del PIB
A partir del 2009, Costa Rica viene registrando en sus cuentas del sector público combinado déficits fiscales in crescendo, de tal manera que el FMI, en sus informes del Articulo IV, le viene advirtiendo a sus autoridades que “si el gobierno continúa requiriendo montos significativos para financiar sus gastos, lo dicho, tendría impacto en las tasas de interés domésticas, con repercusiones adversas en la inversión y en el crecimiento económico”
En ocasiones, Costa Rica me da la impresión de estar pasando de una democracia consolidada –la de mayor data en América Latina sin interrupciones–, a una suerte de pluralismo débil, en la que nadie puede tomar decisiones, mucho menos las difíciles. Por un lado, una sociedad civil organizada con pretensiones de compartir las decisiones con la sociedad política, la que por su lado se siente disminuida y fragmentada tal como se aprecia en la distribución parlamentaria. A lo que hay que sumarle una narrativa social que según las encuestas pareciese ser la hegemónica en el ámbito de las ideas, de que Costa Rica es cada vez “más pobre y desigual”, con un sistema político corrupto, en función a los intereses exclusivos de los ganador es del viraje neoliberal
Es por todo lo dicho, que pienso que, para los últimos dos presidentes de Costa Rica, doña Laura Chinchilla y don Luis Guillermo Solís, en semejante condiciones políticas, la opción más fácil era la de reinar en vez de gobernar, optando por contraer deuda pública, la cual en los 8 años de estos dos gobiernos sumaron a la deuda ya contraída, el equivalente del 25% del PIB.
Obviamente quien gana la presidencia en los comicios próximos es de importancia para el futuro de Costa Rica, pero también, cómo quedará la distribución parlamentaria, sobre todo en lo concerniente a los grandes partidos de la democracia costarricense: Liberación y el PUSC.