Sobre el abstencionismo claudicante

arturo cruz elecciones 2021 nicaragua

Por Arturo Cruz.

En estos días, el panorama electoral se ha ido disipando poco a poco. Las negociaciones entre los partidos de oposición no prosperaron, y las razones son conocidas por todos. Sin embargo, a pesar de la narrativa de derrota y desesperanza que se ha querido posicionar desde algunos sectores, este no es el final del camino para la oposición. Por el contrario, hoy empieza un arduo camino para seguir convenciendo a nuestros compatriotas, que la Alianza Ciudadana, es la alternativa real frente al sandinismo, y que los regímenes autoritarios, por más represivos que sean, si salen con votos. Que no se nos olvide, la campaña ni siquiera ha empezado.

El régimen históricamente ha actuado bajo una política de hechos consumados, esa es su naturaleza. La contra reforma electoral y la elección de magistrados que se dio en la Asamblea Nacional, es una muestra del tipo de presión que el régimen está decidido a ejercer sobre la oposición. Es por eso, que hoy en día vemos dos grandes narrativas dentro de las fuerzas opositoras. Los que consideran que no existen condiciones habilitantes para participar y los que defienden la importancia de dar la batalla aún en circunstancias tan difíciles.

Paradójicamente, los sectores que se oponen a las elecciones, que llaman a la abstención, que dicen que los números no dan, que hablan de dispersión del voto, son realmente los mayores promotores de la continuidad del régimen. En esa narrativa que pretenden instalar, hacen un llamado al inmovilismo político, a la rendición, a la desesperanza. Lo que no entienden algunos de estos voceros, es que la unión real se construye desde abajo, no desde los caprichos o desde las imposiciones.

Pero entremos en materia, compatriotas. Este artículo pretende dar respuesta a algunas afirmaciones superficiales, sobre el escenario electoral, que han realizado los voceros del abstencionismo claudicante.

Uno. No se puede asumir, que, porque habrá varias plataformas opositoras en la boleta electoral, el electorado indeciso, que según la última encuesta de Cid Gallup ronda el 62 por ciento, va a desistir de votar. Los estudios de comportamiento electoral en Nicaragua, demuestran que la mayoría de los indecisos, deciden su voto, cuando ya están definidas las candidaturas, las casillas y los programas de gobierno. Juzgar a priori el comportamiento electoral, cuando aún no están claras todas las variables, es subestimar la inteligencia de la gente, y además es faltar a la seriedad en el análisis.

Dos. Si se escudriña un poco en la bibliografía acerca de la historia electoral nicaragüense, que, por cierto, está muy bien documentada, nos damos cuenta que en nuestro país, la gente se toma con un alto grado de seriedad el voto. En todas las elecciones, el electorado no solamente evalúa la gestión del gobierno saliente en retrospectiva, sino también construye escenarios a futuro, de qué es lo que puede suceder con un nuevo gobierno. Y además también se pregunta, el tipo de régimen que puede resultar de esa elección. Es decir, aunque hoy abrumadoramente la gran mayoría de los nicaragüenses adversan al régimen, eso no quiere decir que están dispuestos a apoyar cualquier candidatura o incluso abstenerse antes de tiempo. La gente quiere escuchar propuestas, soluciones a sus demandas urgentes, ver el desempeño de sus candidatos en los debates, en las encuestas. Y por tanto, el candidato que quiera que el pueblo lo considere y lo escuche, tiene que competir, no quedarse en la comodidad mientras todo pasa. Insisto, la campaña ni siquiera ha iniciado.

Tres. Tomando en cuenta lo anterior, decir que las encuestas son el único mecanismo creíble para seleccionar candidaturas, es realmente desconfiar del criterio de la gente. En este punto, me pregunto: ¿Acaso los candidatos no debemos hacer méritos para poder aparecer en una encuesta? ¿Son las encuestas el único mecanismo de someterse al escrutinio público? Sin duda, son importantes, pero si realmente queremos elevar el debate político en nuestro país, todos debemos poner a prueba nuestra trayectoria, nuestras capacidades y nuestras propuestas, para que sea el pueblo el que juzgue después de haber visto nuestro desempeño.

Cuatro. También hemos observado cómo se hacen analogías históricas incorrectas, con los resultados de las elecciones de 2006. En ese momento, lo que ocurrió fue la división del voto tradicional, léase el voto liberal. Que, en aquella ocasión, se partió entre Eduardo Montealegre y José Rizo, cuyos votos sumaban 55,4 por ciento del total. En este sentido, vale la pena resaltar que, en ese contexto, el voto duro liberal era una realidad tangible y medible, soportado en una maquinaria electoral incuestionable, aunque, desde luego, con el tiempo se fue dispersando. Asimismo, es importante señalar que, en esa elección, la abstención fue de un 40 por ciento aproximadamente. Es decir, en la actualidad, el voto duro liberal ya no es tan visible, está demasiado disperso y desmotivado. El reto de la Alianza Ciudadana, una plataforma con gran contenido liberal, es aglutinar en torno a su candidatura y a su programa, a este voto liberal escondido todavía en ese 62 por ciento, que según la última encuesta de Cid Gallup no simpatiza con ningún partido. De la misma manera, en ese porcentaje hay sectores que no son liberales y se autodenominan independientes, que incluso han votado en algún momento por el FSLN, a los que también hay que convencer.

Cinco. En todos los procesos electorales en Nicaragua, han concurrido a las elecciones partidos opositores, zancudos y colaboracionistas. Incluso, hemos tenido boletas con más de veinte casillas.  En todos los casos en los que el FSLN perdió las elecciones, el electorado opositor supo ubicar la mejor opción y el voto útil, frente al sandinismo. En las elecciones de 1996 y 2001 fueron claves los liderazgos liberales del momento, que lograron aglutinar al voto duro liberal y anti sandinista, demostrando que a veces los candidatos son más decisivos. Sin embargo, no solamente el voto liberal fue el que decidió esas elecciones. En ambos procesos electorales, la participación superó el 70 por ciento, por lo que también se logró captar buena parte del llamado voto independiente. Es decir, sin abstención, es posible ganar, y de manera abrumadora.

Seis. Desde 1990 hasta 2016, el voto duro del FSLN se ha mantenido casi invariable en un 30 o 35 por ciento. Y aunque durante estos últimos catorce años, lograron en algún momento incrementar su techo de apoyo, lo cierto, es que después del estallido social de 2018, su base electoral se ha visto muy disminuida. Las últimas encuestas señalan que el partido de gobierno ha visto reducido su voto duro a un 20 o 25 por ciento. En este sentido, es que podemos comprender, la imperiosa tarea que han llevado a cabo, para poner todos los obstáculos posibles en estas elecciones, con el fin de desarticular la disposición de votar del electorado opositor. Por eso, es que la apuesta de ellos es que al menos un 50 por ciento de los opositores no salgan a votar, para que, con su minoría organizada, puedan retener la mayoría parlamentaria que hoy ostentan. Que no nos sigan engañando, queridos compatriotas. El juego estratégico de la pareja imperial, es promover la abstención, la desesperanza.

La mayoría de los nicaragüenses están deseosos de votar y ven en las próximas elecciones, la única salida pacífica a la crisis sociopolítica y económica. Que no nos confundan, que no nos atrincheren en falsas dicotomías. Aquí, la única disputa en la que todos debemos asumir nuestro lugar histórico, es en esa donde debemos decidir si, queremos seguir siendo rehenes del pasado, de la penumbra, o realmente queremos aferrarnos al futuro, a la democracia.

Todavía falta mucho camino por recorrer y no está todo dicho en este proceso electoral. Vuelvo a repetir: la campaña ni siquiera ha iniciado. Así que no perdamos la fe, que es la única que mueve montañas. Tampoco caigamos en la confrontación sin sentido, que esa es la herencia nefasta que nos quiere dejar el sandinismo irracional. Por ahora, el reto es seguir construyendo vasos comunicantes con ustedes, el pueblo. Tengan confianza, que no les vamos a fallar.

Si estamos en esta contienda electoral es para ganar y de manera abrumadora. Estamos dándole forma a una nueva mayoría que está a la vista de todos, en donde todos estamos comprometidos, con cambiar las cosas, de verdad. Pero en el camino hacia la libertad, nos necesitamos todos. Que no se nos olvide, nuestra lucha verdadera es contra el régimen, pero también contra los abstencionistas claudicantes, los que promueven el derrotismo, los que ya se rindieron sin haber entrado a la fase más dura de la batalla.